de Theresa Heine
ilustraciones de Sheila Moxley
Editorial Intermón Oxfam
En estos momentos hay muchos emigrantes que añoran sus países. Sólo cuando regresan a ellos rememoran sus costumbres, sus comidas típicas, o las leyendas narradas por los más ancianos de la familia.
En este cuento, Anjali y Ravi reciben la visita de su abuelo. Y es entonces cuando La India aparece en su vida cotidiana. Los niños le hacen multitud de preguntas sobre el país de su padres, que han aprendido a amar, aunque apenas lo conocen.
El abuelo les habla del sol, feroz como cien fogonos juntos, de las estrellas de la noche o del incesante monzón, y del magnífico arcoiris que se forma cuando el sol se asoma.
Los dibujos tienen motivos muy definidos, con trazos simples, como si hubieran sido coloreados por los protagonistas. Este tipo de imágenes son muy atractivas para niños que están afianzando la lectura. Además el texto describe lo que se ve en la escena. Predominan colores cálidos, que invitan a tocar el papel, ya que la textura parece cremosa.
Lo que cuenta el abuelo está muy lejos. Pero al pasear por el mercado su madre compra especias: ghee, jengibre, yogur y pepino. Al llegar a casa, la cocina huele a clavo y cardamomo. Papá machaca círcuma, coriandro y comino. Los niños ponen la mesa... y La India les rodea. El arroz y la carne especiada se degusta en compañía de los relatos del abuelo. Al narrar la fiesta de Divaali, una chispa de añoranza se mezcla con la alegría de estar todos juntos, porque recuerda el baile del elefante en el vistoso desfile con un howdah de seda.
Theresa Heine también ha escrito otros relatos cercanos a este país, que merecen mi atención. Aquí los tenéis.