De Mar Pavón,
ilustraciones de Chloé Rémiat.
Editorial OQO editora
En más de una ocasión nos sentimos raros, algo nos dice que
deberíamos ser otra cosa, o estar en otro lugar. Eso es justo lo que le pasa a
Ranilda. Menos mal que cuenta con El galápago, que le escucha pacientemente y
le propone una idea para encontrar lo que cree es su verdadera naturaleza.
En la moraleja de esta moderna fábula podemos encontrar una
valiosa enseñanza para nuestros peques, pero también para nosotros. A veces
debemos ser pacientes como El galápago, dejar que busquen su camino, que se
equivoquen, que tropiecen y que averigüen la verdad aunque les decepcione.
Después de varias aventuras descubre que sólo le faltaba
algo indispensable en cualquier existencia, el amor. El amor por los demás y
hacia uno mismo. Y sobre todo grandes dosis de humor. Entonces el malestar
desaparece y se instala en el alma una sonrisa permanente que dura mucho
tiempo.
No olvidéis que a veces la solución empieza por escuchar, ser pacientes, y por supuesto un cariñoso y deseado beso. ¿Quién no querría dar un beso a una ranita, para ver si se convierte en tu príncipe?